jueves, 21 de marzo de 2013

Y porqué?

Discutir implica dualidad, pero debería de ser para construir; si la discusión consigue destruir significará que no hay voluntad de diálogo sino de monólogo, que cada uno expone sus razones y el otro interlocutor, con suerte, te escuchará.

La discusión te mata algo por dentro cuando existen reproches, y llegas a notar el frío acero del puñal que te clavan, en caso de que la persona con la que discutes disfrute de la ventaja de poder hacerte daño.

Soy como soy, no obligo nada a nadie, quien me quiera acompañar en este viaje bienvenido sea, pero no estoy dispuesta a aceptar exigencias de nadie, y menos de las personas que no me escuchan o me ningunean.

Y ¿porqué entonces, me siento mal conmigo misma?

sábado, 16 de marzo de 2013

De razones, de miedos...

Cada día, cada instante… siento la necesidad de retroceder unos pasos, mirar hacia atrás por si dejo algo olvidado y echo a correr, cojo impulso y salto… Salto al vacío…
Quizás tengo necesidad de adrenalina, o necesito sentirme viva,  quizás porque al no llevar equipaje tampoco quisiera hacerme con uno, quizás porque es la única manera de dejar escapar las palabras que se ahogan en mi garganta y que me impiden respirar, quizás por miedo a que me duela el alma y no sólo el cuerpo.
Salte o no salte, grite o calle… siempre llevo conmigo el silencio, pero en la escucha. Suelo observar con lupa el mundo que me rodea como si estuviera dentro de una jaula de cristal; a veces grito a la gente, a los objetos, a todo; nunca recibo respuesta más que la del eco de esos sonidos retumbando en mi cabeza y en mi pecho.